
La provincia de Holguín, con su rica herencia cultural y su potencial económico, se enfrenta a un desafío que amenaza no solo su desarrollo, sino también la calidad de vida de sus habitantes. Las manifestaciones delictivas, que van desde la venta ilegal de productos hasta el tráfico de drogas, se han convertido en una realidad que no podemos seguir ignorando. Reflexionar sobre estas problemáticas es fundamental para entender la urgencia de restablecer el orden y la legalidad en nuestra comunidad.
Una de las manifestaciones más visibles de esta situación es la proliferación de vendedores ilegales que operan sin pagar impuestos. Estos individuos, que a menudo se instalan en calles como la Calle 13 y sus alrededores, no solo evaden sus responsabilidades fiscales, sino que también crean un entorno desordenado que afecta a los negocios establecidos. La competencia desleal perjudica a quienes cumplen con las regulaciones y contribuyen al desarrollo económico local.
Además, el comercio informal no solo se limita a productos básicos; también incluye la venta de medicamentos de dudosa procedencia. En un momento en que nuestras instalaciones de salud enfrentan escasez y limitaciones, este tipo de prácticas pone en riesgo la salud pública. La falta de control sobre estos productos puede tener consecuencias devastadoras para la población, especialmente para aquellos que más necesitan atención médica.
La acumulación de revendedores en las calles no solo contribuye al desorden urbano, sino que también altera el equilibrio del mercado. Muchos de estos vendedores manipulan los precios, buscando obtener mayores ganancias a expensas del consumidor. Esta situación afecta directamente el nivel adquisitivo de la población, exacerbando la crisis económica que se enfrenta.
La venta ilícita de drogas, por otro lado, representa un reto aún mayor. Este fenómeno no solo daña a quienes caen en la trampa de la adicción, sino que también desestabiliza la seguridad y el bienestar general de la comunidad. La normalización de estas actividades delictivas crea un ciclo vicioso que es difícil de romper.
Frente a esta realidad, es crucial preguntarnos: ¿qué beneficios traería para Holguín restablecer el orden y la legalidad? En primer lugar, un entorno regulado y transparente fomentaría la confianza tanto entre los consumidores como entre los comerciantes. Esto podría traducirse en un aumento en la inversión local y en la creación de empleos, lo que beneficiaría a toda la comunidad.
Además, un enfoque proactivo para combatir estas manifestaciones delictivas mejoraría la calidad de vida en nuestras calles. La reducción del comercio ilegal podría liberar espacios públicos, promoviendo un ambiente más seguro y ordenado. Esto no solo beneficiaría a los negocios establecidos, sino también a los ciudadanos que merecen vivir en una comunidad donde se respeten las normas y se garantice su bienestar.
Es evidente que enfrentar estas problemáticas requiere un esfuerzo conjunto. Las autoridades locales deben implementar políticas efectivas y medidas de control, pero también es esencial contar con la colaboración activa de la ciudadanía. Denunciar irregularidades, apoyar a los negocios legales y participar en iniciativas comunitarias son pasos que todos podemos dar para contribuir a un Holguín más ordenado y justo.
La lucha contra las manifestaciones delictivas en Holguín no es solo una responsabilidad del gobierno; es un compromiso colectivo que involucra a cada uno de nosotros. Al reflexionar sobre esta situación, debemos recordar que el futuro de nuestra provincia depende de nuestras acciones presentes. Solo a través del trabajo conjunto y el respeto por la legalidad podremos construir una comunidad más próspera y segura para todos. Es hora de actuar y hacer frente a estos desafíos con determinación y unidad.
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