Es cierto que los niños están entre los grupos menos afectados por el nuevo coronavirus, pero su protección en Cuba data de más de 60 años.
Por solo citar algunos ejemplos, en nuestro país los niños se protegen contra 13 dolencias, algunas de las cuales arrebatan vidas en América Latinay África. Entre estas la Poliomielitis, Tuberculosis, Difteria, Tétanos, Tos ferina, Sarampión, Hepatitis y otras.
Pero hoy, con un sistema de salud garantizado para ellos, toca a los mayores de casa apelar a la creatividad. Ya en las redes sociales se ven varias maneras, desde una comida especial hasta un reconocimiento por su buen comportamiento en esta difícil etapa.
Cualquier acción para una jornada diferente en casa es válida. Por lo pronto vale recordar que todos los niños tienen derecho a la salud, la educación y la protección, y es nuestro deber su acceso a estos.
Los derechos de la infancia se basan en cuatro principios fundamentales:
- La no discriminación:todos los niños tienen los mismos derechos. Esto significa: todos los niños y todas las niñas, en todo caso, en todo momento y sin excepciones. No importa su raza, su religión, su procedencia o las ideas de sus padres. Ningún niño debe recibir un trato injusto bajo ningún concepto.
- El interés superior del niño:cualquier decisión, ley, o política que pueda afectar a la infancia tiene que tener en cuenta qué es lo mejor para los niños y niñas. Cuando los adultos tomen decisiones tienen que pensar en cómo pueden afectar a los niños.
- El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo:todos los niños y niñas tienen derecho a vivir, a desarrollarse y a alcanzar su máximo potencial en la vida. Esto incluye tener derecho a cosas como una alimentación y alojamientos adecuados, al agua potable, a la educación, a la atención sanitaria, al juego y el descanso, a actividades culturales y a información sobre sus derechos.
- La participación:los menores de edad tienen derecho a ser consultados sobre las situaciones que les afecten y a que sus opiniones sean tomadas en cuenta. Esto no significa que los niños puedan mandar sobre sus padres ni decirles qué tienen que hacer. La participación debe ir aumentando conforme a la edad y es importante para que los niños y jóvenes alcancen la madurez.
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