
El ajetreo mañanero del Gobierno Provincial tiene un ritmo constante, pero un elemento distintivo rompe la monotonía: la presencia de una mujer de estatura menuda y andar acelerado, cuya sonrisa sincera saluda a su paso por los pasillos. Ella es Migdalia Isabel Moreno Gómez, Coordinadora de Programas y Objetivos, una figura que, pese a su discreción, es el engranaje central de la batalla por el orden, la dinámica demográfica y los asuntos sociales en general. Muchos desconocen que detrás de esa sencillez se esconde una trayectoria que ha aportado a su provincia. Sus huellas no comenzaron en estas oficinas; las primeras pisadas quedaron marcadas en el barro de los establos, y hoy, su firma queda estampada en los documentos que trazan el futuro del territorio.
De San Germán al laboratorio: la forja de una científica práctica
La historia se remonta a San Germán, 1966. De allí salió una joven con una determinación férrea y una vocación de servicio que la llevó a las aulas de la Universidad de Camagüey. No fue una estudiante más. Mientras se graduaba como Doctora en Medicina Veterinaria en 1989, su liderazgo ya asomaba en el Comité de la Facultad y la FEU. Pero su verdadera aula magna no fue de cemento, sino de tierra. Su primer destino, la Granja #2 de la Empresa Pecuaria Urbano Noris, la puso frente a frente con la realidad primaria de la producción. Esas manos que hoy analizan informes, entonces palpaban el lomo de un animal, diagnosticaban y curaban. Fue el cimiento de todo lo que vendría después.
Los años 90 pusieron a prueba el ingenio de todo un país, y Migdalia respondió desde la trinchera de la ciencia. Al frente del Laboratorio de Medios Biológicos y Medicina Alternativa, se convirtió en una inventora ante la necesidad. ¿Faltaban medicamentos? Ella y su equipo extrajeron soluciones de la misma tierra holguinera: con adelfa, mangle rojo y palma areca crearon antiparasitarios, antisépticos y antidiarreicos que aliviaron la sanidad animal. Aquella mujer tranquila se revelaba como una investigadora incansable, llevando sus hallazgos a eventos nacionales y sembrando una lección perdurable: los problemas se enfrentan con creatividad y conocimiento, sin dudas una máxima para esta incansable mujer.
La visión se amplía: de la UBPC a la conducción provincial
El mapa de su carrera se fue expandiendo. La experiencia en la base productiva la llevó a administrar la UBPC Alfredo Barea, donde aprendió la compleja ecuación de gestionar recursos humanos y financieros. Luego, el salto natural: la visión de toda la provincia. Como Jefa de Producción de Ganadería, Subdelegada y finalmente “Delegada Provincial de la Agricultura”, su mirada se amplió para abarcar cada rincón de Holguín. Recorrió municipios, escuchó a los productores y trazó estrategias con una ventaja invaluable: conocía el oficio desde la raíz. Más tarde, como Directora de la Empresa de Productos Lácteos, demostró que su talento también podía dirigir la industria, llevando el fruto del campo a la mesa de las familias.
La planificadora silenciosa: donde convergen todas las experiencias
Hoy, esa trayectoria multifacética converge en su rol más estratégico: “Coordinadora de Objetivos y Programas de la Administración Provincial”. Desde su oficina, no se escuchan ruidos altisonantes. Su trabajo es el de una tejedora meticulosa: hila los hilos sueltos de los distintos sectores sociales, para crear un tejido coherente en función de los objetivos de gobierno. Aquí, la veterinaria que entendió la tierra, la administradora que gestionó una unidad productiva y la delegada que conoció la macroeconomía provincial, se funden en una sola. Su labor es garantizar que cada acción del gobierno esté alineada con un propósito único: el progreso ordenado, legal y sostenible de Holguín.
La esencia indeleble: sencillez, rigor y amor por la ley
Más allá de los cargos y las distinciones—la Vanguardia Nacional, la Medalla “23 de Agosto”—, la esencia de Migdalia permanece intacta. Es la misma mujer de familia, la profesional que nunca dejó de formarse—con decenas de cursos de posgrado que adornan su currículum—y la servidora pública que cree con fervor en el poder de la ley y la transparencia. Su vida no es una simple sucesión de cargos, sino una crónica de coherencia. Es la prueba de que se puede ascender sin perder la sonrisa sincera, el andar acelerado y la convicción sagrada de que el trabajo bien hecho es la mayor contribución a la tierra que la vio nacer.
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